Manola Belda, 70 años de Gimnasia Rítmica
Hoy, aparte de estar desvelando uno de los misterios de la rítmica en España (su edad, jejeje… es broma, pero que también) os traemos una entrevista con Manola Belda, fundadora del Club Mabel de Benicarló.
Si tuviéramos que destacar un rasgo de esta mujer es que es lo más “echao palante” que hemos conocido por estos lares. Más allá de su edad, que al final es un número, podemos confirmar que es una persona sin límites, con ganas de aprender y sin esos complejos que muchas veces nos impiden avanzar. Es una mujer llena de energía que ha tenido, y conserva a la perfección, ese punto inconformista, esas ganas de innovar y seguir en la pelea y una capacidad de crear ilimitada.
Con un palmarés envidiable y siendo uno de los clubes que más gimnastas ha aportado a la selección española en los últimos años… hoy os invitamos a conocer un poquito más a una de las entrenadoras más icónicas del panorama nacional de los últimos tiempos.
Empecemos por el principio. Indagando en tu bio hemos visto que has sido una deportista nata toda la vida y que te has movido por disciplinas tan diversas como el baloncesto, hockey, natación (incluso fuiste monitora) o balonmano. ¿Cómo fue la elección de la práctica de estos deportes en tu juventud?.
La verdad es que siempre fui muy activa, hablo de cuando era pequeña, me gustaba mucho hacer cosas con la pelota, jugar… etc. Cuando iba al colegio tenía habilidad y me gustaba mucho el deporte. A los 10 años me fui a Castellón a estudiar interna y allí destaqué mucho en baloncesto. Yo era la líder… quizá suena muy petulante, jajaja, pero la verdad es que me sentía muy realizada.
A los 12 o 13 años, con el colegio en el que estuve en Castellón, participé en un campeonato de España de baloncesto en Barcelona, y claro todo aquello me marcó. Le puse tanto empeño al deporte que cuando acabé mi formación me llamaron para dar clases de gimnasia en un colegio de Benicarló y así es como empecé a vincularme profesionalmente a esta actividad. Empecé a trabajar en el colegio mientras completaba mi formación estudiando en una academia en turno nocturno, donde por cierto conocí a mi marido. En el colegio llevaba a las niñas a competir por Valencia y también fiché como entrenadora en un equipo femenino de baloncesto.
Después, y como tenía potencial para el deporte, me fui a Sada, Galicia, a un curso de entrenadora para poder trabajar de forma más oficial en el colegio, de hecho ahí en Sada me formé en otras disciplinas deportivas como hockey, natación, etc. En Sada conocí a viejas glorias como Rosa Menor, Mari Angeles Domenech…. Y al volver me dieron ya plaza oficial en el instituto. Y después mi formación en Galicia la fui convalidando en Madrid hasta que obtuve la titulación de Educación Física.
A priori los deportes en los que te iniciaste no tienen nada que ver con la gimnasia rítmica. ¿Cuál fue el punto de partida que te llevó a aterrizar en una disciplina tan diferente?.
Mi hermano, que es mayor que yo y muy emprendedor, le dijo a mis padres que me montaran un gimnasio. Teníamos unos bajos en los que podía comenzar y yo pensé que era una buena opción y, por decirlo de alguna manera, “le seguí el rollo” a mi hermano. Empecé dando clases de mantenimiento y de gimnasia rítmica, como extraescolar, pero por aquel entonces por supuesto sin competir porque no tenía formación. Ahora bien, curso que salía… en vídeo como fuese, yo me lo compraba. En aquel momento formarme y mejorar eran dos pilares sobre los que trabajaba de manera incansable.
Entonces sí, empecé mi andadura en este deporte por el gimnasio. A raíz de todas estas clases que daba y todo lo que conllevaba sobre todo en la parte de rítmica (flexibilidad, un poquito de ballet conforme iba aprendiendo, etc.) me fui metiendo en este mundo. Yo me iba adaptando a lo que me pedía el gimnasio, como por ejemplo pues sesiones de ejercicios como complemento a lesiones para mayores, pero lo que veía en la rítmica me gustaba… despertaba mi creatividad, me realizaba mucho. Era muy imaginativa, hacía montajes con músicas de Michael Jackson que en la época llamaban mucho la atención.
Después mi padre tenía un garaje de camiones que tenía unos techos muy altos y entonces ellos buscaron otro lugar para los vehículos y yo hice que pusieran allí unas moquetas y comenzamos a entrenar allí, a avanzar más. Una cosas que me hace especial ilusión hoy en día es ver que las madres de las niñas que hacen conjunto hoy en el Mabel son con las que empecé a entrenar en aquel garaje.
Una vez aterrizas en este deporte. Cuéntanos, ¿de qué medios te sirves para poder comenzar a formar gimnastas con, además, un sello tan personal que suponemos que has ido puliendo con el tiempo? ¿Has sido autodidacta? ¿Has hecho cursos?.
Siempre hice muchos clinics (seminarios) a los que por ejemplo vinieron Maisa LLoret, Ana Bautista… todas las gimnastas/entrenadoras que podían aportarme y enseñarme yo me las intentaba traer siempre al club. Fui muy pionera, de hecho, en lo que ahora está tan de moda: hacer masterclass con gimnastas internacionales. Maisa, por ejemplo, vino en el 89 después de haber participado en Seúl 88. Marta Bobo que estuvo en Los Ángeles 84 también estuvo. Con todas estas gimnastas que venían lo que hacía era formaciones también para mis gimnastas con las que luego hacía festivales, etc. Siempre he intentado innovar aprendiendo.
Y nada, así fueron mis principios. He sido siempre muy autodidacta. De hecho si había que comprar un aparato para grabar un europeo, en aquella época, me lo compraba. La parte audiovisual siempre la he tenido muy presente. Grababa todo lo que podía y me hacía con todo el material disponible para mejorar.
¿El inicio del Mabel está ligado a tus inicios como entrenadora de rítmica o fundaste el club tiempo después? Cuéntanos... ¿cómo fueron esos inicios?, ¿cómo empezaste a dar a conocer tu club?, ¿sentiste vértigo al iniciarte en esa aventura?, ¿tenías instalaciones propias al principio? ¿cuando comenzaste con tus propias instalaciones?.
Mi primer gimnasio lo monté en un bajo en 1974 (lo recuerdo porque estaba recién llegada de Sada), el típico bajo comercial que hay debajo de un edificio. Entonces ahí hacía lo que podía. Aparte mis padres tenían otro local a las afueras, la nave donde aparcaban camiones que os comentaba al principio, donde extendía una moqueta de 12x8 y también entrenamos allí.
En 1993 fue cuando cogí el gimnasio donde estoy ahora. Era un terreno que ví bien ubicado para que pudieran venir las niñas andando ya que está cerca del centro y cerca de la playa. La cuestión es que no dejaban construir en altura y por ese motivo tuve que excavar y hacer la construcción hacia abajo. Es un gimnasio que ha sido muy polivalente y que he ido cambiando según las necesidades (tuve incluso piscina que tapé de cemento y ahora es la sala de ballet: hay que adaptarse o morir). Al principio sí que me dió un poco de impresión porque claro, era una inversión muy grande, de hecho podía haber hecho la sala de rítmica más grande (para lo que tenía que haber excavado aún más) pero decidí parar y por eso la sala de rítmica tiene el tamaño que tiene.
Miedo a pensar que no pudiese ir bien realmente no tuve, de hecho era pionera en muchas cosas en Benicarló y sí creía en mí y en que podía ir bien. Como decía antes, a lo largo de estos años, he ido modificando muchas salas, haciendo cambios… nunca he tenido miedo a cambiar para adaptarme. Pero vaya, que ojalá tuviese yo el Colonial.
En todos estos años de andadura con el Mabel vamos a repasar diferentes momentos.
¿Qué recuerdo tienes del primer logro deportivo del Mabel en una competición?
Uno de los primeros recuerdos que tengo, hablando de logros, es el de una gimnasta que tuve que se llamaba Dunia Guasch. A Rosa Menor le encantó en el autonómico y le convocó para entrenar en su club. Esta gimnasta podía trabajar con la derecha, con la izquierda… una gimnasta preciosa. Muy parecida a Helena Andrei, una niña rusa que tuve.
Y con esta gimnasta, Dunia, estuve en un campeonato de España y quedó quinta, con diploma y como os podéis imaginar muy orgullosa y muy contenta.
Al año siguiente Blanca ya empezó a competir y ya consiguió medalla de bronce en pelota, en el campeonato de España de Guadalajara, en 1994.
Y a partir de estos éxitos fue cuando llamaron a una gimnasta mía, Vanesa Navarro, para que hiciese conjunto junior para el campeonato de Europa que se celebraría en Tesalónica, Grecia. Posteriormente ella quedó subcampeona de España en Alicante… y ahí empezó ya un poco el boom del club. Y creo que fuimos evolucionando y creciendo porque estaban unidas las ganas de mejorar, de trabajar y además coincidía, como os comentaba antes, con la apertura del gimnasio nuevo (que fue en el 93).
Y todo se resume al final en que empezaba a tener esa buena sensación de estar empezando a poner en el mapa mi club y estar en el mundo que tanto quería estar.
¿Cuál es el momento más injusto que, como entrenadora, has vivido dentro y fuera de los tapices?.
“El momento” no sé si es el momento o son los momentos. Cuando tu ibas a una competición y todo el mundo te decía, incluídas otras entrenadoras, “que bien, o que gran trabajo” y tu ves que eso no se refleja en el resultado acababa pensando, “pero bueno, ¿qué pasa aquí?...”
Yo creo que cuando se gana tiene que ganar el mejor, independientemente que no sea una gimnasta de mi club. Yo nunca me he cortado de preguntar a mi federación que pasaba y el por qué de lo que yo consideraba injusticias… pero al final con lo que me quedo es que cuando yo llegaba a casa, desde el mismo día, me ponía manos a la obra viendo vídeos y pensando en cómo mejorar y qué cosas debía cambiar.
Yo no soy rencorosa, aunque haya detalles que en un momento determinado me puedan doler en el alma, porque aunque las cosas no salgan como uno espera en base al trabajo… Me quedo con toda la gente que me felicita por el trabajo que hacemos, ¡y hasta de las fotos que me piden! jajajajaja.
¿Cuál es el mejor momento que has vivido con tu club?. ¿Y el peor?.
Pues casi diría que uno de los mejores momentos que he vivido es cuando inauguré el gimnasio. Ver mi centro, con sus salas… mi sueño realizado. Después de haber entrenado en un garaje, en los bajos… yo había hipotecado mi plaza fija en el instituto por conseguir lo que quería: trabajar para mí en mi empresa siendo responsable de mi misma y acarrear con lo mío.
Y un “peor” no sabría decir: hay varios malos pero el peor, como peor… Son momentos muy puntuales, por suerte, que no empañan lo bueno. Hay situaciones que generan desgaste, fruto de la exigencia de la competición a este nivel, pero al final es como en el principio de la polaridad: vas a lo bueno después de tocar lo malo. Muchas veces los momentos negativos te hacen vivir un aprendizaje que al final puedes convertir en algo positivo.
El club siempre ha tenido gimnastas destacadas y una de las primeras fue tu hija Blanca. ¿Cómo viviste su evolución en la rítmica y cuáles eran tus sensaciones con ella cuando veías que tenía condiciones para este deporte?.
La verdad que al principio no le hacía mucho caso. En el momento que ella estaba empezando era el momento de Vanessa, Dunia… y Blanca tenía como 7 u 8 años. De hecho cuando venían a buscar a las gimnastas me decían, “tu niña… tu niña tiene un arte”. Era una niña muy creativa, todo el día gimnasia, todo el día gimnasia… los vídeos de la época que quieras ella estaba toda la tarde viéndolos: practicando con la maza, con la pelota… Incansable. De hecho su habilidad con el aparato también le viene de aquella época en la que no paraba de innovar y practicar, una persona apasionada de este deporte.
Al principio cuando las cosas no le salían bien por ejemplo en una competición, se ponía furiosa con ella misma… a veces incluso cerrábamos el gimnasio y ella seguía practicando las volteretas que no le salían en un ejercicio. Ella me ayudó mucho porque me hacía ver muchas cosas nuevas: al final ella avanzaba tanto que a través de ella también aprendía yo.
A mi me encantó ver su evolución y avances y disfruté mucho de sus logros. Las sensaciones que vivía eran una mezcla de madre, entrenadora… tener ahí a tu hija entrenando con las mejores. Ella a lo mejor venía a casa una semana de vacaciones y seguía trabajando. Y yo veía eso pues con un sabor agridulce como era el no tenerla pero que estuviese haciendo lo que ella tanto quería.
En relación a Blanca: como madre-hija, madre-gimnasta y madre-entrenadora... ¿En qué faceta has tenido más alegrías y en cuál has sufrido más?.
Como madre ni me he enterado, la verdad. Mi otra hija era un poquito más rebelde, jajaja, entonces es que en lo que es la maternidad con ella: ningún problema. Siempre fue además una chica super aplicada con la que no tuve ningún problema en salidas, estudios… Luego ya en su edad adulta pues llegó un momento en el que ella empieza a cuestionar también un poco mis acciones, sobre todo ya las dos en nuestra faceta de entrenadoras, pero yo le digo: donde hay patrón no manda marinero.
Como madre y gimnasta he sufrido. Además cuando estás en ese punto en que tu eres su entrenadora: la confianza da asco. Al final ella también era “autosuficiente” hasta un punto, de hecho tenía motivos porque era, y es, muy trabajadora y siempre buscando lo mejor. Pero al final es difícil porque este deporte es una corrección constante y quizá es en la que más haya podido sufrir, si se le puede llamar sufrir.
Como madre de ya una entrenadora en la etapa en que nos encontramos a mi me ha dado muchas cosas buenas. En parte porque ha conseguido que me relaje, en cuanto a montar y demás, pero al mismo tiempo también he estado más implicada tratando de que encontrase lo mejor para ella. En casi todo ella sabe más que yo pero en algunas ocasiones he parado y le he dicho: espera que de esto yo sé más que tú.
¿Cómo viviste el momento de la selección de Blanca como miembro del cuerpo técnico de la selección española de gimnasia rítmica?. Momento que además fue el punto de partida hacia un nivel mucho más profesional y exigente de 3 de tus mejores gimnastas en ese momento. ¿Qué sentiste al dejarlas volar?.
Por un lado, es obvio lo que voy a decir, una alegría tremenda de que contasen con ella y por otro lado mucha tristeza porque Blanca me daba mucha vidilla, a la que yo ya me había acostumbrado, y en parte me había acomodado. Así que por esa segunda parte sentí que me quedaba a verlas venir. Así que fue un poco mezcla.
Externamente primó la felicidad que sentí, además yo sabía que podía hacerlo muy bien. Pero yo luego tenía mis miedos, como sigo teniendo, pensando en que lo que yo he construído durante todos estos años de alguna manera se acabará.
Respecto a la partida de las que habían sido gimnastas de mi club… pues sentí se me fue la gallina de oro con los pollitos. Con total sinceridad digo que sentí una alegría inmensa porque era un logro que sentía como personal, algo que yo tenía como un tesoro. Se las llevaban a un proyecto nuevo, con buenas perspectivas… pero al mismo tiempo igual sentí que me quedaba más sola, no podía lucirlas. Pero lo sentí como ley de vida sabiendo además que era bueno para ellas. Con ellas yo tenía ya un trabajo de muchos años en el que era mirar, hablar, decir… y casi no nos hacían falta ni las palabras. Pero bueno, es como los hijos: cuando tienen que volar, vuelan.
Hablemos de Noa. ¿Qué te inspira en el tapiz?. ¿Cómo ha sido la evolución de esta gimnasta desde que comenzó contigo en el Mabel hasta este momento en el que sigue creciendo de la mano de Blanca y se ha convertido en una de las gimnastas más destacadas del actual equipo nacional?. Campeona de España el año pasado, ¿qué sentiste cuando se subió a lo más alto del podium?.
Noa es una gimnasta que empezó, no sé si tendría 10 o 12 años, sin base ninguna (de hecho el deporte que practicaba era el ciclismo) pero que vimos que tenía carácter, que se quedaba mirando a las niñas que hacían gimnasia… y Cristina (la persona que me ayudaba y me ayuda en el gimnasio) le decía: vente otro día (Noa es de un pueblo a unos 40 kilómetros de Benicarló) y ella siempre decía que vale. Y a partir de ir a ver a sus compañeras a competir, cuando incluso todavía era suplente, y de ir e ir al gimnasio empezó un poquito a meterse en la rítmica. Es que ella tenía pasión. Poco a poco se fue integrando y consiguió hacerse un sitio, mientras seguía mejorando muchísimo.
Lo que yo recuerdo ahora de Noa en sus inicios es que era una gimnasta que quizá no tenía un ángel especial, era más bien una gimnasta que conseguía hacer las cosas por querer hacerlas: a base de repetir y trabajar. Otra cosa que me gusta mucho recordar es que siempre ha sido una gimnasta muy interesada por la gimnasia. Como decirlo, una gimnasta “friki” de la gimnasia, lo sabía todo.
Al final, y en resúmen, es que es una gimnasta que se ha hecho a sí misma y por eso poco a poco ha ido destacando. Es una gimnasta que me daba tranquilidad en todos los sentidos: responsable, segura en competición, asumiendo los mayores riesgos… Yo montaba un conjunto y era una gimnasta de la que “me podía desentender” porque sabía que haría lo que tenía que hacer.
Es una niña muy grata y muy tranquila y es un gusto trabajar con ella. Es una persona además con mucha voluntad, de esas personas que “sabe ir sola”.
Cuando ganó el campeonato de España pues para mí fue un premio a todos esos años de trabajo, creo que se lo mereció mucho.
Turno de Alba. En redes sociales vemos qué sueles destacar la gran evolución de Alba Bautista, ¿en qué consideras que más ha evolucionado, y sigue evolucionando, en los últimos meses?, ¿cómo viviste, además junto a ella, su primera gran competición internacional en Kiev el año pasado?.
Alba, que es de Teruel, comenzó a venir a los campus del Mabel y fue así como la conocimos. Tales eran sus ganas de seguir haciendo gimnasia con nosotras que de venir a los campus, y empezó a venir 2 veces por semana y de ahí nos comunicó su deseo de querer hacer conjunto con nosotras pero le dijimos que ya que se había comprometido a hacer conjunto en su club, finalizase ese compromiso. Entonces hizo ese conjunto y luego ya empezó como individual justo en la temporada del campeonato de España por equipos en Guadalajara, cuando aún era junior.
Como comentaba antes, al principio venía dos días a la semana desde Teruel (con todo el trajín que conllevaba) y empezamos a trabajar y, como podéis ver hoy, pues una gimnasta con unas condiciones espectaculares. Fue cogiendo el estilo, fuimos puliendo todo ese diamante que tiene… incluso llegaron a llamarla, justo después de ese campeonato de Guadalajara, donde le convocaban a un control para el conjunto júnior. La cuestión es que era como si “acabase de empezar”, iba a estar un año entero trabajando exclusivamente las mazas y consensuando entre todos decidimos que lo mejor era que siguiese su trabajo como individual en el Mabel. Coincidiendo con esa decisión ya ella se quedó con su madre a vivir en Vinaroz (mucho más cerca de Benicarló) y al año siguiente fue 3ª en el campeonato de España individual en Valencia.
Cuando se fueron al Colonial inicialmente Alba se iba a quedar trabajando conmigo, Alejandra consideró (pues no sabían como iba a funcionar este nuevo proyecto) que incluso si permanecía en el Mabel podía seguir evolucionando y pasar a formar parte del proyecto del Colonial más adelante. Sin embargo aquí sí que consideramos que el Colonial era una muy buena oportunidad para Alba, insistimos bastante, y finalmente se fue a trabajar allí con Blanca y el resto del equipo hasta convertirse en una gimnasta con una gran proyección dentro del mismo.
Kiev fue una experiencia muy bonita que viví con ella, es una gimnasta que gustó mucho en Ucrania a pesar de no ser una competición que le saliese especialmente bien. Pero fue genial esa oportunidad para darse a conocer. Alba es una gimnasta espectacular, es una pena que no todo lo que entrena le salga en competición. Necesita competir y salir más, hacerse grande en el tapiz.
Y por último hablemos de Nerea, última incorporación de tu club a la selección. ¿Cómo vivisteis este nuevo rumbo del conjunto sénior para el cual han contado con ella?.
Todos estos cambios en la selección y la convocatoria de Silvia y Nerea… yo no me lo esperaba. Ella, de hecho, se había matriculado en la Universidad de Valencia e iba a estar entrenando conmigo los fines de semana. Así que la verdad es que esto fue una sorpresa muy bien recibida porque claro piensas que está un poco en lo que crees que es “el tope” de su carrera deportiva, en primera categoría
Ella vino al Mabel para mejorar y bueno pues al final ves en esta oportunidad una gran recompensa para ella por supuesto.
Para ella esto ha sido una motivación, está muy contenta con pasar a formar parte de este proyecto y no dudó en volver a Madrid para formar parte del conjunto que le da muchas oportunidades de poder acudir a grandes competiciones (en caso de que sea titular claro: algo que depende mucho de ella también). Estoy muy contenta por ella.
Habiendo hecho un repaso por los inicios del Mabel, sus primeros éxitos, los primeros éxitos de Blanca, los éxitos que están cosechando gimnastas como Noa y Alba.
¿En qué momento está ahora mismo el Mabel en cuanto a gimnastas con potencial para llegar igual o más alto?.
Ahora mismo no estoy trabajando con el objetivo de sacar gimnastas, por decirlo de alguna manera, de selección. Estoy centrada en objetivos mucho menos concretos y las gimnastas que tengo ahora son gimnastas con las que no trabajo con pretensiones específicas. Ahora mismo no me quiero obsesionar tampoco con la competición, a mi me gusta el avance y que las gimnastas aprendan.
Pero bueno si que puedo decir que Silvia Esperanza ahora mismo está en el Colonial becada por la Federación Valenciana. Es una gimnasta muy trabajadora y tiene unas condiciones muy muy buenas y si no hubiese tenido aquel parón que tuvo por la rodilla hubiésemos podido hacerle llegar más alto: pero no es tarde y tiene muchísimas posibilidades. La cuestión es que ahora, que también es mala suerte, vuelve a estar lesionada... ahora de la cadera. Es una gimnasta hiperlaxa y esto lo que tiene es que pueden surgir este tipo de complicaciones. Es una lesión que ya se está tratando y esperemos que vaya mejorando poco a poco.
Hoy en día eres un referente y much@s gimnastas tanto locales como extranjer@s quieren venir a entrenar en tu club, ¿qué crees que despierta ese interés por entrenar contigo?, ¿qué ofreces y aportas a estas gimnastas?.
La verdad es que vienen muchas, muchas lo solicitan… y no cojo más porque con lo que tengo ya no doy abasto.
Lo que ofrezco, aparte de la experiencia, es el trabajo que he hecho hasta el momento, el haber trabajado junto a grandes gimnastas, lo que he aprendido con Blanca (de su método, de su identidad también propia), las instalaciones de las que por suerte dispongo y que he ido adaptando en base a mi interés por este deporte. Y luego algo que tengo muy presente es trabajar siempre con lealtad hacia sus clubes y con transparencia en el trabajo, mi interés es que este trabajo les sirva para algo. Hay veces que me proponen mandarme una gimnasta unos días para que pase sus ejercicios pero yo ese tipo de formación… no estoy para ella, a mi me gusta que aprendan si creen que yo les puedo enseñar o aportar algo.
Me gusta mucho también que haya compañerismo con mis gimnastas a las que siempre les pido que integren a las gimnastas que vienen, que ayuden, etc. Eso me gusta y me gusta saber que la gente que viene a entrenar a mi club esté contenta y supongo que lo están cuando repiten, ven resultados… Y además les dejo grabar, jaja.
¿Las gimnastas participan en el proceso creativo del ejercicio? Eligiendo música, aportando ideas para elegir maillot, en la creación de elementos del propio ejercicio…
Al inicio de la temporada, y en consonancia con el estilo de la gimnasta, yo les mando 7 u 8 músicas (que además a mi me encanta pensar en esta parte creativa) y de ahí les pido su opinión para que elijan un poco lo que más les gusta. Luego igual empiezas con una música que has elegido y para ese ejercicio la música no pega ni con cola o ves que la gimnasta no está plenamente agusto con ella, no le saca todo el partido… Y al final termina siendo un proceso de creación bidireccional que culmina cuando todos estamos cómodos con las elecciones. A mi por ejemplo ni me gusta imponer una música ni me gusta copiar. Luego hay temas muy icónicos, sobre todo clásicos que a mi me encantan, que aunque se repitan pues cortando de manera diferente si que utilizo.
En conjunto, eso sí… la elección la hago yo porque si no sería una locura, jaja. Si es algo que termina por no gustar a nadie, o que no se acople al ejercicio para nada… tampoco.
Antes, normalmente, los hacía yo y les iba preguntando, en base a su estilo, cuál les gusta más. Ahora que no los hago yo les enseño algunos bocetos y elegimos pues un poco el que creemos que mejor le va a las gimnastas y al ejercicio y una vez que me los mandan me gusta darles “el toque”.
¿Cómo te inspiras para crear?. Que conjunto, que gimnasta individual... ¿Cuales son las gimnastas y conjuntos del panorama internacional que te gustan más? ¿y qué escuela? La ucraniana, la rusa, la búlgara…
Yo soy muy de la escuela rusa. Me gusta “la Viner”, sin entrar en sus métodos, me gusta su imperio… Porque veo que le da un caché a la rítmica tremendo y tampoco creo que todo lo que haga sea malo.
La gimnasia de Bielorrusia también me gusta mucho pero al final es todo un “más o menos”, todo sale del mismo sitio. Sin embargo Ucrania no me gusta tanto, veo una gimnasia más limitada (en un aspecto, hay gimnastas ucranianas preciosas como Bessonova) pero soy más de la escuela rusa. Por ejemplo Maria Pobedushkina me parece una gimnasta que es una delicia, totalmente Kudryavtseva. Me encantaría traer a Elena Kapushenko a mi club, aunque fuese para darme el gusto, jaja.
También soy muy fan de las Averina, aunque sé que son muy cuestionadas, porque les veo unas gimnastas muy completas sobre todo para este código.
En conjuntos me gusta mucho Rusia también, su amplitud de movimientos, su estilo… Pero me quedo totalmente embobada con Italia y por supuesto también me gusta mucho Bulgaria. Bielorrusia también me ha gustado bastante en la última época.
¿Cómo ves el presente y el futuro del Mabel? ¿Qué te mueve día a día para seguir entrenando con la misma ilusión que cuando fundaste el club?.
El futuro del Mabel dependerá de lo que me aguante el cuerpo… pero me refiero a para seguir en el Mabel que todo el mundo conoce no el Mabel como centro deportivo con sus instalaciones que por supuesto seguirán funcionando. Pero mientras tenga las fuerzas vitales necesarias, que aún las tengo, seguiré al pie del cañón. Al final mi trabajo es mucho de ver, sentir y palpar y todo eso puedo hacerlo sentada en mi sillón como yo digo, ya que no es un trabajo físico.
Al final esta es mi vida y mientras yo aguante: estaré en el foso del Mabel, sino es en la alta competición será formando a niñas que quieran venir al Mabel a aprender.